
Hoy, fui a comprar cigarros. Al Big John que está cerca de mi casa, acá, en Huechuraba. De camino, me encuentro con una pequeña feria o puesto de verduras. Increíble. Porque lo más cerca para comprar verduras y frutas es en el mismo Big y son pésimas. Entonces, me detuve un tiempo, a simplemente, tocar, sentir, oler, ver colores, y todo lo rico que se puede hacer en una feria. Es otra la sensación de comprar frutas en una feria a un supermercado, donde todo es más frío. Acá, la calidez de la “casera” exuda. Me encanta esto de salir a caminar, respirar el olor de la mañana, y para más re bienes, terminar en una feria conversando con dos señoras desconocidas, que me contaban que harían cazuela y que para eso era el zapallo que llevaban, o la misma conversación con la señora que me atendía en torno al peso de las cosas, a lo cara que estaba la vida, etc. Que increíble sensación. Recomiendo de todas maneras, ir a las ferias. Antes, cuando vivía con una novia de turno (aunque se enoje mi lectora Mafalda), iba a la feria de Padre Hurtado, frente al “intercriminal”, ahí, ya conocía a los “caseros”, ya sabía donde estaba la mejor verdura, comíamos pistachos y almendras al momento de ir vitrineando, etc. Todo un ritual. Las ferias representan eso, lo clásico. Que nunca debiera morir. vayan, lleven a sus hijos, que escuchen los gritos, que sientan el olor a pescado mezclado con el del ajo, que coman, que se ensucien, que lleven bolsas, que vivan en un entorno como ese. Yo, desde pendejo lo hice y lo seguiré haciendo. Mi hija va conmigo siempre. Un placer de la vida al aire libre. POR FAVOR, MIREN LA FOTO... QUE PUESTAZO!!!..