
Es tiempo de frutillas. Por dos lucas, incluso en las esquinas más dadivosas, te las venden por mil. Son ellas, la guinda de la torta, o la frutilla del verano. Un verano que ha tardado en asentarse, pero que se va haciendo notar con la presencia de las frutas y verduras que lo colorean todo. Las frutillas y sus múltiples preparaciones. Particularmente, las prefiero así, solitas, con azúcar, pero nada más. En un borgoñita, en una tortita, con helado y crema, notables. Ayer, compré unas en un supermercado, de esas que vienen en caja perfectamente plástica, y estaban buenísimas. Uno tiene esa “mala espina”, que te dan los productos tan perfectamente envasados, pero no, estas estaban de buen sabor y de una textura entera, tierna sin caer en lo blanducho de las de calle. Muy buenas. El precio: $900 y viene la misma cantidad de la calle y no están al sol, ni bajo el brazo de un tipo que está todo el día bajo el sol. Buenas.