Estuve en el IAB, un encuentro que reunía a lo más gramado del marketing digital. Harto perno, como era de esperarse, harta promotora de buena facha y mucho movimiento cibernético. La entrada no era barata, noventa mil pesos por ingresar a hacer negocios, contactos, amigos, lobby, en resumen. Por estos noventa mil, tenías derecho a juntas, charlas, intercambios de tarjeta y almuerzo. Acá quiero detenerme. Los personajes ligados a la cultura geek, son o creen ser cool, pero claramente lo que yo vi y vivi no me pareció nada de cool, más bien, de alguien despreocupado por este ítem. Es como el ejemplo del gordo que come mal porque no puede pararse de su consola. Una caja blanca, cual caja de pollos asados, llena de productos pequeños, malos y desabridos. Un sándwich embasado de ave-palta, o pimiento-morrón, más un postre de compota de durazno, todo esto acompañado de una bebida y un alfajor. El pan, el alfajor, secos a morir, malos y fomes. El durazno, hacía las veces de endulzante y refrescante de toda esta faramama de cosas atoradoras, así es que funcionó. La bebida, no tiene mucho comentario, pero si el paquete completo. Por esa plata de ingreso, un mínimo de almuerzo ejecutivo, sushi o algo para picar, pero no una caja, un box, con cosas tiradas como al azar, mal por IAB y su almuerzo.
Todos los días, algo diferente en la cocina... todos los días hablamos de comida... todos los días, un plato o una sugerencia distinta... Nos comprometemos a que los 365 días del año, habrá algo sabroso de que hablar...