Crítica gastronómica constructivamente deliciosa, apetecible, sabrosa, con cuerpo y aroma. Con un toque de humor y una pizca de realidad. Sazonado con hojas de verdad; ramitas de placer y un puñado de vivencias personales. Este es un Blog para cocinar, probar, sentir, degustar juntos. tú también tienes la receta...

viernes, 16 de julio de 2010

¡TALLARAS CON MECHÁ! THE BEST

La comida casera es lo mejor que puede existir, no sólo por su sabor, sino por todo lo que rodea. Alguien en la cocina, preparando todo para sus invitados. Una mesa, redonda, como a mi me gusta, buena conversa, buen vino, y el plato principal. La comida casera demuestra preocupación, cariño. No todos te invitan a comer algo elaborado, preparado, con horas en el horno o con mucha fritura que involucre olores imposibles de sacar, algunos, para evitarse todo eso, recurren al sushi, uno de los inventos más friolentos de la historia de la gastronomía. No malo, sí frío. Bueno, pasemos a la mesa. Mis amigos Ñuco y Colo (después irán sabiendo porque cresta se llaman así) me llamaron y me invitaron a almorzar. El menú: tallarines con carne mechada. Si pudiera poner emoticones, caritas o lo que fuera, serían mil caritas felices. Mi respuesta fue inmediata: si. Insisto, no solo por la comida, sino, porque alguien lo prepara y se da el tiempo para hacerlo, y eso, yo lo valoro por sobre cualquier cosa. Me tocó llevar el postre, y elegí el Cremería de Chocolate Brownie, que le gusta a la dueña de casa, si ella cocina para mí, para sus invitados, el postre iba para ella, obvio. ¡A la mesa! Un grito que no escuchaba desde mis años mozos en la casa de mi madre, ya me sentía en casa (me siento en casa en esa casa). Nos sentamos a la mesa y la dueña del fundo, “chanta” una vasija de greda al centro de la mesa. Tallarines, impecablemente cocidos, nadando en una salsa, también, delicadamente cocinada y encima de todo esto, el broche de oro, la carne mechada de rigor. Humeaba todo el comedor. Día de invierno y el humo en la mesa, nos hacía sentir en el campo. Tenazas, cucharones y cada uno sirviéndose en su plato. Queso rallado para acompañar. El probar cada bocadillo, sentía el olor a mis abuelos, a mi viejo, mi hermano. Era el almuerzo del domingo en la casa de mis abuelos, pero claro, con dimensiones de campo, ustedes entienden. Momento mágico en la mesa de hoy, hace mucho que no comía semejante plato casero. Háganlo, no dejen de llevarlo a la mesa de sus niños, para que ellos prueben lo que comíamos cuando nosotros éramos niños. Hoy, es el fideo con la salchicha. No cambiemos esa tradición tan nuestra. El “don” plato, con buenos amigos en la mesa y la nostalgia de comer rico. Nada mejor que la comida de casa.