Si no es mi trago preferido, pega en el palo. Hacer un borgoña, un vino con frutas, o cualquier cosa que se le parezca, es todo un placer. La fruta, le da un realce al vino inigualable. Algunos pirulos y conocedores de vinos, me dirán que estoy loco, que cualquier cosa que se le ponga al vino lo mata, pero como me dan lo mismo los que se creen sabelotodos y solamente estoy acá para disfrutar, les digo que no, que este tipo de preparaciones, es lo mejor del mundo. Cortamos las frutillas, en redondelas, y luego, un poco de azúcar. Maceramos para que la cosa se junte y quede todo compactito y le lanzamos raudamente una botella de vino blanco, además, le picamos una que otra fruta guacha por ahí, tipo Sangría. Un poco de hielo y al refrigerador. Particularmente, me gusta más con vino blanco que con tinto. Con frutillas, con chirimoyas, con durazno, queda impecable con blanco. Esta vez, fue con frutillas, de esas de la calle “a luca” y con un vino algo dulzón también, un Carmen, Rhin del 2009. la verdad, es que el vino, da un poco lo mismo en este caso, porque el dulzor, el sabor, no lo da precisamente el vino, sino que la fruta, el azúcar, una buena tarde con familia, carne, atardecer frente a un campo, etc… un borgoña, un vino con frutas es eso… y eso es lo que me gusta de la vida. Ah! un detalle... se toma en vaso... jamás en una copa afirulada, por favor!!!
Todos los días, algo diferente en la cocina... todos los días hablamos de comida... todos los días, un plato o una sugerencia distinta... Nos comprometemos a que los 365 días del año, habrá algo sabroso de que hablar...
domingo, 14 de noviembre de 2010
EL VINO CON FRUTAS, REPRESENTA TODO LO QUE ME GUSTA...
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