Fuimos de día de campo con la Vale, la Pascal, Javier, su papi, y la Tamara, la polola de Javier. La idea, ir a elevar volantines al parque y aprovechar el día rico que había hoy domingo. Ellos, muy amablemente, se ofrecieron a comprar empanadas para todos. Yo, me encargaría de las bebidas, los vasos, un buen diario para leer acostado sintiendo la brisa de la tarde y los elementos principales: los volantines. Llegamos, un buen cobertor, bandeja de empanadas, bebidas, alguna que otra galleta dulce para postre y servilletas. Empanadas de pino, con y sin ají, y de queso con tomate y aceitunas. No recuerdo la marca, pero prometo la tendré pronto. Estaban buenas, algo pesadas, pero ricas de sabor. Lo mejor, el día en sí, pasar una tarde sentados en un parque, viendo cabros chicos correr, los nuestros disfrutar, es un goce. Los Picnic como los llamaban antes, son un verdadero placer cuando hay buen clima. Eso que se genera, de estar todos juntos, en torno a algo, lo que sea, me parece exquisito. Esta primavera y verano, exageraré con la comida al aire libre. Me comprometo a decir la marca de las empanadas luego.
