Me junté con mi contadora (suena pedante, lo sé), a hablar de la vida, de los proyectos, de las facturas de los cachos que esto significa, pero, que hay que hacer para ser alguien en este país. Bueno, nos juntamos en el metro Los Leones, ahí, buscaríamos un café para sentarnos a conversar. El elegido: “Coppelia”, otrora éxito ochenteno de las cafeterías en nuestro país. Antes, era Coppelia y Tavelli y nada más, hoy, ya inundaron las calles de terrazas, mesas, sillas y cafecitos pequeños con gente cool sentada disfrutando del ocio. Por eso mismo, que estos monstruos antiguos, van muriendo de a poco. Es una agonía que molesta, que cala los huesos, porque por “anga o por manga”, le tienes cierto cariño a los lugares tradicionales, pero… no basta con el cariño… tiene que haber algo más y claramente, no lo tienen, no lo ofrecen. Nos tomamos dos cafés y un cheese cake de frambuesa. Los cafés, nada fuera de lo común, pero el cheese cake, malo, desabrido, aguado, poco consistente, con una mermelada que parecía cualquier cosa y nada, un desastre. Además, mal atendido, porque ya como que nadie te pesca. Que lástima ver como lugares que fueron éxitos, se apaguen en la nada misma. Además, un desperdicio, porque está muy bien ubicado, entonces, una lástima.
Todos los días, algo diferente en la cocina... todos los días hablamos de comida... todos los días, un plato o una sugerencia distinta... Nos comprometemos a que los 365 días del año, habrá algo sabroso de que hablar...
martes, 31 de agosto de 2010
COPPELIA... ADIÓS...
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