Desperté con un dolor de guata gigante. Varias veces al baño durante la mañana. Creo que fue esa maldita ensalada de ayer. No sé por qué me tinca. Bueno, todo el día algo convaleciente, medio moribundo a decir verdad y lleno de pega, reuniones y cuanta cosa hay en un día de enfermo. En la tarde, pasé a ver a la Vale, quien venía llegando de Iquique y la echaba de menos. Bueno, no estaba muy de ánimo, pero la necesitaba. Llega con una bolsa y un montón de regalos. Dentro de esos: “Serenata de amor”, uno de los clásicos y más respetables chocolates de la historia de los buenos chocolates. desde pendejo me han gustado las “Serenatas”. Mi familia es toda Iquiqueña y el regalo de cumpleaños era pegado, una bolsa de kilo de este mal necesario. Qué “Bon o Bon” ni que ocho y cuarto. El verdadero chocolate redondo con centro de almendras es este. Bueno, mi estómago, como dije, me pasó la cuenta de la cantidad de brutalidades ingeridas el fin de semana. Pero estaba ahí, ellas y yo y mi hija me miraba con cara de “mi papá está loco, es un cabro chico”. ¡Dos al hilo! ¡Que dolor de guata! ¡Vamos pa’ adentro! Después, una tercera. No había comido nada hasta esa hora, tipo 4 de la tarde. Estaba muerto de hambre y las “Serenatas” y mi hija, fueron la salvación. I love yo bb. “Serenatas de amor”, un sabor de infancia. Que no todos asimilan como quien pasó tiempo en el norte (donde llegaban Garotos). Exquisito. Ahora, sigo mal, pésimo, pero me acabo de zampar la cuarta del día. Irresistibles.