Comienzan mis celebraciones bicentenarias. Es martes y ya la semana está algo alborotada, como que todo el mundo se vuelve loco con esto de las fiestas en este país. Los cajeros automáticos mueren, las calles se llenan de autos y los pacos andan saltones con cualquier cosa. Hoy, se inician los festejos, con carne, mucha carne, piscolas, borgoñas, si hay frutas que acompañen y compañía de amigos y familia. Voy al supermercado, porque sé que esto se pondrá como loco más adelante. Quiero hablar de un tema relacionado a lo que ofrecen los supermercados y cómo juegan con el bolsillo de cada uno. El Líder de Tomás Moro, en la compra de carne, es mi favorito. Cuando vas a los grandes del sector oriente, te obligan a comprar bandejas más grandes. Mientras más grande y más lejos, las bandejas son más grandes y todo está más lejos de pagarlo. En cambio, cuando vas a supermercados más pequeños, los productos se adaptan a quienes quieren comprar cosas más chicas y más al alcance del cocodrilo. En Líder de Tomás Moro pasa eso, si quiero una bandeja de entraña, es eso, un par de entrañas, con un precio de 2 mil o $2500, pero no más. Para la palanca lo mismo, el chancho, etc. Así es que compro un montón de bandejas por 20 lucas. Las mismas 20 lucas las hubiera utilizado en un solo pedazo de carne en otro supermercado grande. Así, nos evitamos tener que filetear y porcionar el producto para guardarlo en bolsas, acá, cada pedacito tiene su bandeja y simplemente lo sacas cuando quieras comer, no te obligas a comerte un tremendo pedazo si no quieres.
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