Hoy, tuve reunión de pega. El destino: pizzería Si, ubicada en Tobalaba. Momentos antes del almuerzo, me llama el cliente y me dice que la famosa pizzería estaba clausurada… Chu… ¡cagamos!, bueno. ¿Te parece nos juntemos en el Club de Golf Los Leones? – dijo el tipo, ¡Caray! – dije yo. ¡Que mierda voy a ir a hacer al club de Golf! Una lata, pero como era reunión, vamos, a todas. A las 14hrs., estaba pactada la cita. Lego al lugar, lo primero, los autos: no vi, pero esto es en serio, no ví ningún water estacionado, ni uno. Sólo carros ad hoc al lugar y el entorno. ¡Hasta combinaban con los árboles! Bueno, llegué a la puerta, y dos pericos me abrieron como si fuera el marqués de la reina. Como no lo soy, lo primero que dije, como siempre lo hago ¡que pasa amigo!, ya el tipo me quedó mirando raro, porque todo el resto los saludaba de: “cómo le va”, “que tal Roberto”, “cómo está Antonio”, chucha, y yo, muy casual parece. Me quedé esperando en una salita con sillones de cuero negro y cafés, me senté en el cafecito, quería parecerme a Gordon Gekko (Wall Street). Debo confesar, que me “pelé” la Travel Time, porque tenía artículos interesantes, así es que me la “pelé” olímpicamente y ni Roberto, ni menos Antonio, cacharon nada (los cuicos se hacen los vivos y no pasa na). Bueno, llegó mi cliente, algo retrasado y pasamos a “servirlos” algo. Un pasillo eterno, tapizado en verde cata y llegamos a un restaurante, casual, en donde había todo un zoológico de personas. La verdad, hace tiempo que no veía tanto “pechuga” junto. Y eso que voy muy seguido a eventos y “cotelés”, pero esto, se pasó. Pañuelos en los bolsillos; camisas impecables; algunos con buzos de un azul brilloso; la mayoría, con un pelo cano o rubio, excelentemente peinado, con un jopo, que cae, levemente en la frente, más estilo, no habrá jamás. Para tomar el vaso, el dedo meñique sutilmente paradito, pero muy sutil: “mozo, me “convida”, una servilleta – decía una vieja; este Omelette está “descueve” – exclamaba un dinosaurio; “adió (adiós), que te vaya salvaje” – se despedía otra vieja chica por ahí. Un espectáculo. Mucho niño de oro colgando del cogote de varias; mucha reunión de negocios con harto puro, etc. Podría estar diciendo mil cosas, pero como esto es un portal de comidas, me lanzo de lleno a lo que fueron nuestros almuerzos. Un par de sándwich, dos bebidas y dos cafés. Como era reunión rápida, decidimos que fuera algo “sencillo”. Mi plato, un canapé de churrasco con una mancha de palta. Creo que debe ser el churrasco más fome que me he comido en mi vida. ¿Qué acaso el hombre elegante no come churrasco?, ¿acaso en el club de golf no se correa la mayonesa por la mano?, parece que no. Una soberana lata. Ahora, mi cliente, pidió un “churrasquito” con “tomatito” y “mayonesita”, o sea, claro que iba a ser chico. Era como el churrasco de “Querida encogí a los niños”. Obviamente, nos demoramos 3 minutos y medio en zamparnos el bocado y como hubo harta conversa, pasó sin mayor sobre salto. Yo no entiendo porque en la alta sociedad, se come poquito, desabrido y sin vida, sin alma. No tiene nada de malo comer caro, pagar, estar en un lugar snob, cool, o como sea, pero bien, con sabor. Ahora, como soy bruto para mis cosas, mi sándwich debo reconocer que pasó por mis manos, yo jamás de los jamases, aunque esté en la reunión más cuica, me comeré un sándwich con tenedor y cuchillo, no, eso si que no, porque ya estaba malo, porque el ambiente era acartonado, y más encima, comer un canapé con servicio, me parecía mucho. Seguro, más de la mitad de los que estaba sentados ahí, llegaron a sus casas a comerse una marraqueta pa’ callado, porque seguro, que quedaron con hambre. Yo llegué a comer después…
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