Después de una buena pichanga matinal. Se viene una tanda de cumpleaños. Mi hermano y mi viejo tuvieron la ocurrencia brillante de estar de cumpleaños el mismo día, hoy. Primero, asado en la casa de mi hermano, y claro, me tocó hacer la parrilla. Estaba listo el carbón para que mis manos hicieran lo suyo, los comensales, picoteando. Habían muchas cosas ricas: Pascualina de acelga y de alcachofa; empanadas fritas de queso; unos canapés de camarón, envueltos en filete que estaba te miedo y un borgoña, que estaba muy bien macerado. En carnes, harto embutido, filete y entrañas, además, un filete de cerdo (parece que mi hermano sigue mis indicaciones) las tres mejores carnes ahí. Bueno, resulta que había tanto picoteo que poco se preocuparon del asado. Yo, repartía y repartía cosas y pocos estiraban la mano. El tema, es que como uno se preocupa de los embutidos y ademases al principio, faltaba mucho tiempo para la carne, así es que hubo mucha espera para el plato principal. Dicen, eso sí, que la parrilla no espera a los comensales, son ellos quienes deben esperar. La carne bien cocinada, con tiempo, con paciencia, es la mejor. Buen asado de tarde. Una siesta, algo caramboleado y vamos al otro: mi viejo. Crucé todo santiago para llegar al segundo asado del día. Este eso sí, lo hizo él, y debo reconocer que le queda muy bueno. El pollo sobre todo. Sobre dosis de carne, carbones y parrillas. Sólo quiero dormir con una guata extremadamente llena de cosas.
Todos los días, algo diferente en la cocina... todos los días hablamos de comida... todos los días, un plato o una sugerencia distinta... Nos comprometemos a que los 365 días del año, habrá algo sabroso de que hablar...
sábado, 2 de octubre de 2010
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