Crítica gastronómica constructivamente deliciosa, apetecible, sabrosa, con cuerpo y aroma. Con un toque de humor y una pizca de realidad. Sazonado con hojas de verdad; ramitas de placer y un puñado de vivencias personales. Este es un Blog para cocinar, probar, sentir, degustar juntos. tú también tienes la receta...

sábado, 18 de septiembre de 2010

PARQUE INTERCOMUNAL, UN HORROR...

El parque intercomunal, o Padre Hurtado como le llaman los “pechugas”, está que arde, no sólo porque hay muchas actividades y un movimiento de locos, sino, por la cantidad de parrillas, carbón, asado, fuego y cuanta cosa llamada “llama”, hay, todo esto, mezclado con una multitud que acalora todo siempre. Yo no entiendo donde cabe tanta gente y cómo podemos caminar por la misma línea, tantas personas a la vez. Era un mar humano para todo lo que quisieras. Una lata, a la mitad del recorrido, ya quieres irte, por lo menos yo. No soporto esos lugares así. Si bien, es correcto que esté repleto de gente, y respetable que todos quieran celebrar, pero nunca he entendido como cresta lo hacen para mamarse semejante alboroto. Para entrar, una hora pegados en una cola que no avanzaba; luego para sentarnos en una mesa, otra hora más; después, para que nos atendieran en dicha mesa, otra más y así, vamos sumando. Para qué habar de los juegos, una hora en cada cola de juego para los niños. Con mi hermano nos miramos y preguntamos que hora es, y ya eran las 6, y llegamos a la conclusión de que estuvimos más de 4 horas en colas y cosas por el estilo y que sólo 2 fueron de goce, de disfrutar. Horror. Bueno, el restaurante elegido, Doña Tina, nos fuimos a la segura, porque hay mucho puesto improvisado que no da buena espina. También estaban los Buenos Muchachos, pero su carne no me gusta; la Piojera y su afamado “Terremoto” y otro más que no me acuerdo entre tanta gente que no me dejaba ver carteles. Teníamos el número 106, y el turno estaba en el 92, aunque avanzó rápido. Una empanada y anticuchos para esperar nuestra mesa; luego, logramos sentarnos y pedimos borgoña de chirimoya, porción de papas fritas y los platos de las niñas. Después de 20 minutos, llegan los vasos, para recién tomarse el borgoña; después de otra media hora, llega el pan, que estaba de lujo y comenzamos a comer, el tema, era que no había tenedor ni cuchillo, entonces, tuvimos que esperar otros 15 minutos por los cubiertos. Ahí, llegó la mantequilla, los susodichos cubiertos y las servilletas y optamos por pedir nuestros platos. Un costillar con ensalada chilena para mi viejo y dos plateadas con papas fritas, una para mí y la otra para mi hermano. El restaurante, lleno, repleto la verdad, por eso de la lentitud. La plateada, buena, nada que decir; las papas fritas, de las mejores, bien cortadas y anchas como las antiguas papas. La “chilena”, ya aliñada, un placer, con una cebolla tierna y un tomate rojo rico. De postre, una leche asada y un jarrón de mote con huesillos. El mote, algo caliente y la lecha asada, congelada, o sea, ahí no más, pero para esas alturas, ya no importaba nada, llevábamos como 3 horas en la mesa y queríamos irnos luego. La cuenta: $41.500 para 5 personas. Negocio redondo pensando la rotación que existe en dicho lugar, estamos pensando arrendar algo para el otro dieciocho. A esta hora, 20:00hrs. No puedo moverme de tanta cosa que he comido. Mañana al trote si o si.

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